Lirio, llampuga, lampuga, yampúa, pez limón, dorado-delfín, pericos, dolphin, mahi mahi, son uno de los tantos nombres que encontramos en Latinoamérica para referirnos al dorado de mar, término este último con el que me siento más cómodo para redactar la nota. Quizás el origen de tanta cantidad de nombres para referirnos a una misma especie venga dado porque la misma no pasa desapercibido en las diferentes regiones, tal vez sea su alto valor gastronómico, una carne verdaderamente codiciada para los amantes del ceviche, o tal vez sea porque es un gran oponente para la pesca deportiva.
Personalmente tuve la posibilidad de pescar estos pelágicos en distintos países de América: en Perú, en Ecuador, en Colombia, en Venezuela, en Brasil, en Panamá y en Costa Rica. La característica del lugar siempre es la misma, aguas tropicales y azules, y como técnicas para pescarlos pueden ser varias. Con respecto a su captura, generalmente, a veces para efectivizar la pesca se utiliza la técnica de arrastre (trolling) de diferentes modos, pueden ser con señuelos simulando calamares, plumas, o carnada. Como carnada en el pacífico se suele arrastrar calamares o bien el mismo ballyhoo. También nos ha pasado mucho en Ecuador, por ejemplo, que arrastrando un conan (señuelo para marlín) sea el mismo atacado por un dorado de mar.
Siguiendo con las técnicas de pesca, también cuando tenemos la posibilidad de pescarlos a pez visto, podemos hacerlo con moscas, o bien en la modalidad de popping. Pero como quiera que se manifiesta una captura de dorado de mar, sea en la modalidad de fly, popping, o trolling, siempre va a ser lo mismo, una mágica presencia al ataque veloz de los señuelos o carnadas presentadas, un carrete que gira a toda velocidad, una chicharra de reel ensordecedora, unos pescadores que toman la caña para hacer ese movimiento letal, y ver salir violentamente a ese gran pez que nos brindará un espectáculo al saltar en el aire mostrando todo su poder, toda su fortaleza, y todo su esplendor y belleza, esos colores verdes azulados que brillan con el sol, y un pez que con los saltos intenta tocar las nubes (todo esto nos imaginamos los pescadores, por eso la nota es sólo para pescadores, los únicos capaces de comprender a otro pescador). Los pescadores expectantes ante semejante espectáculo, queriendo grabar ese momento, las corridas, las chicharras, los saltos, y ese aspecto lúdico entre el “pez y el pescador”. En cada salto, el dorado intenta sacarse el señuelo, si estamos haciendo trolling, el capitán deberá estar atento a la velocidad de la embarcación, puesto que no puede acelerar porque genera mucha presión y nuestros anzuelos pueden doblarse o bien puede explotar algún nudo, pero tampoco puede desacelerar porque el dorado nos gana con sus corridas y saltos, se afloja la tensión de la línea y es probable que perdamos la pieza.
Pescar un dorado parece tarea sencilla pero no lo es. En este sentido quizás una de las modalidades más desafiantes para esta especie sea la del fly o popping, que como dije anteriormente, la misma se tiene que hacer a pez visto. A veces no los vemos pero sabemos dónde se encuentran que es casi como verlos. En algunos sitios de Latinoamérica, los pescadores comerciales, realizan lo que se denominan plantaciones. Las plantaciones, son básicamente pequeñas balsas realizadas por palos, y es a la sombra de estos palos que los dorados se encuentran. Por eso cuando navegando encontramos un palo flotando, o un cajón, o un conjunto de algas, si estamos haciendo trolling debemos pasarle los señuelos cerca, o bien si tenemos la posibilidad de pescar en la modalidad de fly o popping, debemos arrojar lo mas pegado a esta situación para poder molestarlos y así capturar un ejemplar de estos. Los dorados no se sumergen mucho, andan entre los 3 metros y los 10 metros de profundidad, son depredadores por excelencia pero de superficie, el aspecto aplanado del pez, su aleta caudal en V, y su temperatura interna, le dan a esta especie la posibilidad de ejercer una velocidad en el agua de hasta 60 km por hora. Qué más desafiante que esto para un pescador que caña en mano, debe intentar controlar sus emociones, para no perder estos ejemplares, voraces y veloces?.
El mar cuando vamos navegando también nos puede dar otros indicios para la pesca del dorado. Nunca voy a olvidar los gritos de alegría de mi amigo Fernando en Ecuador. Estábamos navegando en cercanías de la isla de La Plata, en búsqueda de los picudos azules, pero ese día la suerte no estaba con nosotros, era a fines de octubre el mar se encontraba muy movido, nos dificultaba la navegación, si bien ese barrido que hace el viento en el mar, esa oxigenación natural del agua que se producen con esas pequeñas olas que van rompiendo, se dice que nos mejora la pesca, lo cierto que ya estábamos regresando a Puerto, porque no se aguantaba más pescar en esas condiciones. El mar demasiado movido, casi imposible de poder manejar u operar una buena captura en caso que ocurriera. Pero bueno, la pesca a veces tiene esas cosas, más cuando uno se embarca, si las condiciones no se dan, o no mejoran, hay que regresar, por más que ese día no se haya pescado nada, cuando hay que regresar, hay que regresar, siempre debemos priorizar la seguridad en la navegación. Y siendo entonces en ese momento de regreso hacia el puerto de Manta, con “nuestros bolsillos vacios”, que Fernando empieza a gritar: “un lobo muerto, un lobo muerto, a las 11, un lobo muerto”. La verdad es que uno nunca termina de aprender en pesca y en navegación, Fernando nos estaba diciendo que viráramos la embarcación a las 11, y que fuéramos navegando hacia el lobo muerto.
Claro, de lejos, y con gafas polarizadas (aspecto que recomiendo para la navegación, porque nos permiten otros detalles en el mar y en el cielo, que las gafas simplemente oscura no te las dan), se veían no solamente un montón de pequeñas aves revoloteando, sino que además había un lobo marino muerto, marcando una estela muy aceitosa en el mar. Fernando nos pidió que por favor hiciéramos una pasada, que ahí hubiera que pescar, teníamos que hacer al menos una pasada cerca del lobo marino muerto con nuestros señuelos. Así fue que corregimos el rumbo un poco, le dimos el gusto a Fernando, y en nuestra primera pasada, no clavamos nada pero saltaron varios doradillos, que nos estimulo para hacer otra pasada más. En nuestra segunda pasada, clavamos un ejemplar de dorado de casi 40 libras, un verdadero coloso, un ejemplar que nos demando una fuerte faena su captura, pero lo pudimos subir, tenía más de un metro de largo, un dorado casi en su máxima expresión. Los hay más grandes claro, pero ese es un muy buen ejemplar. Hicimos dos o tres pasadas más, cada pasada era ataque o saltaban, hasta un marlín rayado fue en ese momento al señuelo. Claro, Fernando nos contó mientras regresábamos que los dorados son grandes carroñeros, y que incluso cuando estamos pelando uno otros también van al ataque de este, era el lugar indicado para realizar capturas en la modalidad de popping o fly, por eso mientras estamos pescando uno lo ideal es hacer otros intentos, porque es probable que se prenda otro. Pero había que salir, el mar no daba para más. Esta misma oportunidad se volvió a repetir años mas tarde en el archipiélago de Galápagos. Estábamos buscando los atunes aleta amarilla, cuando de lejos vemos un montón de aves, sorpresa nos dirigimos al lugar y nos encontramos con una ballena muerta. Había un espectáculo de dorados pequeños alimentándose de este animal muerto, ahí en ese sitio pude darme el gusto de pescarlos en la modalidad de popping, caña de 20-40 lb, una carga de 300 yardas al menos de multi del 80 lb, bajo línea de 40 lb, un pequeño cable de acero, y unos poppers (jet popper) que propuse para el ataque, todos los pescadores ese día en el barco nos dimos el gusto de clavar al menos un dorado con la caña en la mano en la modalidad de popping, no eran grandes como el de aquella vez, pero estaban. Años después en una parecida situación, vi a un pescador capturar dorados con jiggs, (con plumas parecidos a los que usamos en agua dulce para los tucunares) y me dijo que arriba siempre están los más chicos pero abajo están los grandes, por eso bajaba sus jiggs casi 10 metros, y efectivamente ese día clavo el uno de casi 30 lb.
A modo de síntesis de la experiencia de pesca de dorados a tener en cuenta: 1) en principio no hay un único manual para capturarlos, y lo que conté es tan solo mi experiencia; 2) sirve tener en cuenta las grandes pajaradas en el mar, seguramente nos estarán señalando algo, y posiblemente sean dorados, hay que corregir el rumbo e ir para esos sitios con el barco, vale la pena; 3) un cajón, flotando, un palo, puede albergar algún dorado en su sombra; 4) un animal muerto, como me toco experimentar a mí, como en el caso del lobo marino o la ballena, nos puede estar señalando actividad de dorados en la zona, recordar que son carroñeros; 5) buscarlos siempre en aguas azules no sucias, y con señuelos que no bajen mucho, recuerden que son depredadores de superficie; 6) pescar con equipos reforzados, estos peces son muy ligeros, revisar bien los nudos; 7) tener cuidado con su manipulación abordo la mordedura te puede hacer grandes daños, tiene unos pequeños dientes pero mucha fuerza, lo mejor para manipularlo es tomarlo de la V pronunciada de la aleta caudal; 8) utilizar señuelos duros que resistan 4 a 6 nudos de troleo, y que oscilen entre 12 y 20 cm de largo; 9) la técnica del popping o fly para la captura de estos ejemplares es motivo de otra nota para mi Blog
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