Eran las 6 AM, y teníamos una temperatura de 23ºC, comenzaba el mes de Agosto del 2010.
Claro, estábamos por embarcarnos en el Pacífico, desde la localidad de Salinas en Ecuador, con Silvina, Gustavo, Aldo, Claudio, Mariano, y quien les relata esta historia, Eduardo Cañueto. Los días anteriores, habíamos logrado varios wahoo, y bonitos, un un par de dolphing saliendo con el crucero “Carolina”, barco de 11,30 metros de eslora, preparada para la pesca de altura, pero quedaba una materia pendiente, y era la captura del marlin negro (black marlin), que si bien habíamos tenido un pique, en su primer salto, cayo sobre el mono-filamento y lo corto al mejor estilo bacota en aguas marchiquitenses.
Tres días seguidos en el crucero, y el único pique que tuvimos, lo perdimos, ese era nuestro resultado, y nos negábamos a claudicar a que ese fuera nuestro destino, más sabiendo que dos barcos ese día habían logrado algunas capturas. El día que nos quedaba de descanso entonces, nuestro último día en la zona, puesto que el barco ya estaba ocupado, decidimos contratar a unas embarcaciones artesanales, dirigidas por el Capitán Panchana, nuestra última oportunidad, había que tirar las últimas fichas, y yo saque mi as sobre la manga, distribuí un gorro de Pezcalandia " ya es una cavala" para la tripulacion, para cada uno de la tripulación, y los pescadores, y se vino la amenaza por parte de todos: “mira Eduardo que si no pescamos…, ¿sabés que vamos a hacer con este gorrito?”.
Y de ese modo entre risas, a la mañana temprano fue que, Aldo, Claudio y Mariano, fueron en una embarcación, y Silvina, Gustavo y yo, fuimos en otra. Navegamos aproximadamente una hora y media rumbo SSO, las condiciones del mar eran buenas, agua limpia, correntada del sur, y un viento suave del sector O. Antes de llegar a la zona de pesca, nos encontramos con “las ballenas jorobadas” saltando, en un espectáculo único, increíble, reflejando el milagro interminable de la naturaleza…
Siguiendo con el relato de pesca, el capitán y la tripulación se dispuso a desplegar los equipos. En total, se armaron cuatro equipos, la modalidad de pesca trolling a una velocidad de casi 9 nudos (un nudo es el equivalente a 1,8 Km/hora), y el aparejo consistía básicamente en un líder de acero bastante importante, de dos metros aproximadamente, en un extremo un esmerillón grande, y en el otro extremo un señuelo de 35 cm. tipo calamar de goma con fiocos de todos colores y cabeza de metal liviano.
El señuelo tenía dos anzuelos dispuestos en tandem del estilo tartuna 12/0 medios cruzados, y además se sujeto un pescado, que en la zona lo denominan “choca” (muy parecido a una lisa, pero con un pico en la punta como una espina, de unos 5 a 7 cm), el pescado se encontraba como escondido entre los tentáculos del señuelo.
Comenzamos a navegar, los señuelos rebotaban en la superficie del mar, y no dejábamos de mirar su golpe en el agua. Queríamos ver atacar el señuelo por un marlin negro, ese animal que ataca el señuelo casi a 100 km por hora y alcanza una velocidad de 129,9 km por hora. El primer pique, no se hizo esperar, habían pasado unos 30 minutos, y el PENN dorado (Internacional), comenzó a rodar de un modo violento.
Comenzó a saltar en dirección contraria, era un marlin negro, lo que estábamos esperando, saltó, saltó, y saltó, y no paró de saltar, hasta que nos vació el carretel, quedamos perplejos, el capitán nos dijo que era demasiado grande, Gustavo quedó con la caña en mano como diciendo: “¿me equivoqué en algo?, ¿hice algo mal?”. Obviamente, no lo podíamos creer, quien nos iba a creer esto, que el capitán nos dijera que era demasiado grande, y que además un animalito de estos nos vaciara el reel. Seguimos pescando, nos acomodamos nuevamente con cuatro equipos, y pasaron no menos de 20 minutos y… me grita el capitán Panchana: “¡¡¡toma la caña, toma la caña!!!”.
El capitán se dirigía a mí, no hice más que tomar la caña, y el tiempo se detuvo. Primero dio un gran salto, y luego comenzó a correr. Era mi oportunidad, fue una lucha increíble, jamás había peleado algo así. Los brazos parecían que se desprendían de mi cuerpo, no dejaba de pelear, de fondo escuchaba algunos alientos de la tripulación, de Gustavo y de Silvina, me sentía como en un ring, me pidieron la caña, no la pase, sentí que si lo hacía era como que me tiraran la toalla, además sentí que si el pez tenía una oportunidad era esa, además era justo que peleáramos uno a uno.
Pedí que me desprendieran del arnés porque tenía miedo de tener una lesión muscular en la cintura, una fuerza increíble, era algo grande, merecía todo el respeto del mundo. Había pasado más de una hora y seguía firme, entre el y yo, había más de 150 metros, pero ambos nos negábamos a claudicar.
Saque fuerzas no se de donde, pero empecé a recoger lentamente, muy lentamente, metro a metro, de a ratos sacaba un poco de tanza, pero como en una cinta del gimnasio, no quería perder el ritmo, y así de ese modo a la hora y cuarenta minutos, lo tuvimos al lado de la embarcación. Exhausto y sin aire vi como la tripulación lo sujeto del pico, también vi como intentaron levantarlo.
Ese día tuvimos otro pique más de marlin pero se desprendió, también con los señuelos capturamos una manta raya, robada de la aleta, pedí pelearla y literalmente era como si el señuelo se hubiera clavado en una piedra. Yo no quería saber más nada, de la manta raya se ocupo Gustavo.
Luego de esta última captura, decidimos emprender el regreso.
La síntesis, fue una extraña experiencia, por una parte la alegría de haber compartido una de las mejores pescas de mi vida entre amigos, y por otra parte la reflexión sobre la actividad a veces tan criticada. Mas allá de todo, la pesca en Ecuador sigue siendo muy buena, emprendiendo nuestro segundo regreso en el año, para fines de Octubre, la intención el blue marlin, dolphing, wahoo, y bonitos.
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Por Eduardo Cañueto
Guía profesional de pesca deportiva
Lobo de Mar-Mar Chiquita-Pcia Bs As
GRANDE PA!!!!!!!
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